De eso se trató el coloquio “Evaluación docente y perfiles motivacionales en Chile: insumos para la discusión de política pública”, liderado por Ernesto Treviño, académico de la Facultad de Educación UC y director del Centro UC para la Transformación Educativa, CENTRE.
El actual sistema de evaluación docente surgió como una herramienta que busca mejorar y estandarizar la calidad de la docencia mediante retroalimentación e incentivos. Esta medida ha recibido críticas ya que, según muchos docentes, significa una carga extra en su labor, razón por la que ha tenido el carácter de voluntaria durante los últimos dos años, marcados por la pandemia del COVID-19. ¿Cómo está el panorama actual? ¿Ha aportado la evaluación docente en la calidad de la enseñanza? ¿Qué queda por mejorar? Es lo que intentó responder Ernesto Treviño, director del Centro UC para la Transformación Educativa, CENTRE, en el último Coloquio en Educación UC.
La charla titulada “Evaluación docente y perfiles motivacionales en Chile: insumos para la discusión de política pública”, organizada por la Facultad de Educación de la Universidad Católica, el Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE-UC), la Dirección de Investigación de Educación UC y el programa de Doctorado en Educación UC, buscó mostrar distintas perspectivas y evidencias respecto a la evaluación docente y la motivación de profesores y profesoras de aula.
¿Cómo son los profesores en el aula?
En 2016 se aprobó la ley de Desarrollo Profesional Docente que busca intervenir en materias como el desempeño y la valoración de la profesión. Todo con el fin de posicionar a las y los maestros en el corazón del sistema educacional. De esto, han pasado seis años y una pandemia entre medio. Esta norma incluye, también, la evaluación de las y los docentes permitiendo una carrera y aumento salarial en la medida que avanzan.
Las cifras son claras y según el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP) (2019), “el 66% de las y los profesores están en nivel competente, el 9% en destacado y solamente el 1% insuficiente, que son los profesores que están afectos a dejar la profesión”, señaló el director del CENTRE. Según el experto, las y los profesores hacen bien su trabajo y tienen percepciones altas de sí mismos, sin embargo, no se evidencia un tratamiento equitativo en las interacciones en el aula, ya que la mayor parte del tiempo es utilizado por el profesor y solo un 13% del tiempo las y los estudiantes intervienen.
“Utilizando los resultados de las visitas y observación de la Agencia de la Calidad, junto a Rosario Escribano encontramos que en todos los establecimientos había prácticas de alta calidad y prácticas de baja calidad”, explicó, asegurando que el 95% de la varianza entre la calidad de las interacciones medida por estos instrumentos ocurrió en el mismo colegio. Es decir, un colegio puede tener al profesor “más destacado” y al profesor “más inicial” al mismo tiempo.
Además, agregó el experto, existen desafíos en la retroalimentación a estudiantes y existen brechas de género respecto a interacciones desde educación parvularia: “En general se le da mucha mayor atención a los niños que a las niñas. Por ejemplo, para que una niña en matemáticas en 5° básico reciba la atención de un niño promedio, debe estar en el top 10% de notas”.
Qué motiva a las y los docentes
En Chile, el 24% de las y los profesores tiene una vocación que se aleja de los incentivos que ofrece el Sistema de Evaluación del Desempeño Profesional Docente, como mejoras salariales y mayor reconocimiento a su labor, expuso Ernesto Treviño, sin embargo, un 12% de profesores dicen verse motivados por estos incentivos, de acuerdo a resultados de la encuesta TALIS 2018. Asimismo, dos tercios de las y los docentes tienen una combinación de motivaciones intrínsecas (vocación) y extrínsecas (incentivos), que son otorgadas a través de la evaluación docente.
Esto, agregó, puede ser complejo para profesores y profesoras, ya que “quienes solo son guiados por los incentivos pueden ver los problemas del día a día como una carga, más que como un desafío que aporte a su profesión”. Además, para Treviño, los requisitos tanto para acceder a la carrera docente como durante el ejercicio “pueden ser contraproducentes e incluso podrían alejar a las personas más interesadas con mayores talentos porque encuentran que es una profesión súper vigilada”, algo especialmente relevante frente a un eventual déficit de docentes en Chile.
Entonces, ¿cómo podemos tener un sistema que atraiga más docentes y que los retenga, sin perjudicar el ejercicio de estos? Treviño propone una “transformación de la evaluación centrada en la construcción de capacidades que sea formativa. Aunque eso tiene la dificultad de distribuir los incentivos extrínsecos”. Por lo mismo, el experto señala que se debe seguir investigando en estas áreas, sobre todo en el contexto post pandemia: “Aún no vemos los efectos del nuevo desarrollo profesional docente por la crisis sanitaria. Creo que falta un poco más de evidencia, pero para eso primero se requiere regularidad en las clases”.